Atzagat HaJag – Pesaj
Fuente de la
imagen: (*)
Título de la obra: Libertad
Propuesta de lectura para los adultos: Shmot (Éxodo) Cap XI – XII y Cap XIV
Personajes:
Moshe, Aharon , Najshon, Paró, 3 hijos de Israel y 3 Egipcios
Recursos:
Un muñequito para cada personaje, tres caballos (o animalitos similares),
bloques tipo lego para la construcción e instrumentos musicales.
Resumen de la obra:
“Ma Nishtana
HaLaila HaZe…” ¡Opps! Ni me di cuenta que estaban ahí… ¿Hace mucho que
llegaron?
Bueno, ¿Cómo
están?
Mi nombre es…
ahhh mejor no se los voy a contar ahora… esta noche es MUUY especial, aunque mi
nombre no esté en esos libros que tienen… yo ya me quejé con los editores,
llamé a mis abogados y ellos me explicaron los motivos… se los voy a contar al
final.
En distintos lugares del mundo hay personas,
como ustedes, alrededor de una mesa con esas cosas “diferentes”: un huevo, una
alita de pollo, maror, jaroset y un fruto de la tierra, como por ejemplo, la
papa.
Comemos un “pan”
diferente que se llama, ¿saben cómo se llama? ¡Eso es, Matza! Leemos de un
libro que se llama…? Eso mismo, Hagada. En la Hagada se cuenta una historia. A
ustedes, ¿les gustan las historias?
La historia que
nos cuenta la Hagada es nuestra propia historia, es la historia sobre cómo llegamos
hasta acá… resulta que hace mucho tiempo existía un Faraón de nombre Paro.
Nosotros, los Iehudim, vivíamos en Egipto (Mitzraim) y él nos hacía trabajar
mucho, todos quedábamos re cansados. Imaginate trabajar y trabajar sin parar,
sin escuchar cuentos, sin tiempos para jugar y sin la siesta de Shabat…
terrible!
Con mucha fuerza
le pedíamos a Dios y Él nos escuchó. Entonces, nos pidió a mi y a mi hermano Aharon
que fuéramos a hablar con Paro. Upps, ya van a descubrir quién soy… los que ya
saben, no lo digan por favor!! Bueno, mejor se los cuento ahora. ¿Quién adivinó
quién soy? Muy bien, soy Moshe y me explicaron que mi nombre no está en la
Hagada porque cada uno debe sentirse protagonista, cada uno tiene que sentir
que en este momento está hablando con Paro.
A Paro le tuvimos
que decir: “Let my People Go!” deja salir a mi pueblo.
Cada vez que
íbamos a hablar con Paro, él decía que sí que nos podíamos ir, pero al poco
tiempo se arrepentía… un indeciso. ¡Era muy feo! Cada vez nos daba más trabajo
y los Iehudim quedábamos cada vez más
cansado.
Dios ya no sabía
bien qué hacer con Paro y el Pueblo de Egipto. Ya los había puesto para
pensar nueve veces a Paro y a su pueblo, con duras plagas para exigirles que
dejara en libertad a los Bnei Israel.
Así que Dios
decidió poner para pensar a Paro y a su gente por última vez, la décima
plaga. Esta sería la más dura de todas - ya que ahora Dios era el enojado, Paro
lo había cansado de verdad. Dios tuvo una idea y pensó: "Para que Egipto
aprenda, voy a poner para pensar, en un rincón, por cinco minutos al hijo más
grande de cada casa, a ver si así ellos se empiezan a portar mejor y dejan
salir a los Bnei Israel en libertad."
Para poder
diferenciar bien las casas de los Beni Israel de la de los egipcios, Dios les
pidió que en las puertas de las casa de Israel se hiciera una señal en los
marcos, con un color rojo (¡Sí! Es para recordar esta historia que hasta el día
de hoy ponemos las Mezuzot en las puertas de nuestras casas).
Cerca de la media
noche comenzó esta plaga número diez, la última y la más difícil para
Egipto. Al ratito de haber comenzado, Paro se paró sobre su silla y dijo:
"Basta, salgan de aquí. A partir de ahora quedan en libertad."
Los hijos de
Israel estaban muy contentos, pero tenían miedo que Paro se arrepintiera como
había pasado las otras veces. Así que cada uno armó su mochila y
salieron para el viaje de la libertad, fue todo tan rápido que no tuvieron
tiempo de hacer ricas galletitas, así que lo que les quedo fueron unas
galletitas diferentes, sin levadura, que se llaman Matzot. Es para recordar
esta historia que todos los años en la mesa de Pesaj comemos juntos Matza.
Todos nos
preguntábamos si esta vez Paro no se iba a arrepentir, como las anteriores. Pero
ahora había una diferencia, el Pueblo de Israel ya había salido de Egipto con
las Matzot en sus mochilas y se encontraba camino a la libertad.
Un rato más tarde,
Paró preguntó a uno de sus ayudantes: “¿Dónde están los Bnei
Israel?”. Y le respondieron: “Pero, pero... Paró.... Vos los dejaste ir.” “¿Yo?
Pero ahora estoy arrepentido, quiero que vuelvan” - dijo Paró – “Preparen
los caballos y vamos pronto a buscarlos.”
Dos minutos más
tarde todo el ejército de Egipto corría con sus caballos por el desierto en
busca de los hijos de Israel.
¿Saben dónde
ellos estaban? En la arena, haciendo Pocitos y descansando, disfrutando de la
Libertad!
En eso escucharon
caballos que se acercaban... (Tocotoc, tocotoc). Cuando vieron que era Paró que
los venía a buscar tuvieron mucho miedo, ya que el mar estaba adelante y los
Egipcios atrás... No tenían para dónde ir.
Rápidamente se
juntaron con Moshe y le preguntaron: “¿Y ahora, qué hacemos?” Moshe
respondió: “Tenemos que atravesar el Mar. ¿Trajeron la malla? ¿Se
animan?”
Silencio
absoluto... Parece que nadie se animaba. Hasta qué Najshon dijo: “Yo me
animo, vamos!”
Se puso la malla
y entró al mar. Nadó solo un poquito y de pronto ocurrió algo muy
extraño, fuera de lo común, un milagro! El mar se abrió dejando así pasar
a los Bnei Israel por medio de la tierra seca, mientas tenían algo que parecía
a una pared de agua a la derecha y otra a la izquierda. Increíble!
Ni bien
terminaron de pasar por las aguas que se habían abierto, el mar se cerró, así como
se cierran las puertas de los ascensores... Los Bnei Israel estaban muy
contentos, tan contentos que agarraron sus instrumentos musicales y comenzaron
a cantar una canción de alegría.
Ashira
LaAdnai KiGao Gaa (x2)
http://creoqenosoynormal.blogspot.com/2011/04/feliz-pesaj.html
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