Parashá: Balak
Fuente de la
imagen: (*)
Título de la obra: Confianza
Propuesta de versículos para los adultos: Bemidvar (Números) Cap. 22
Personajes: Balak (rey de Moab), Bilam
(hechicero) y burra
Recursos: un muñequito para cada personaje, animalito para hacer de burra, bastón
Resumen de la obra:
Adulto
(relator): Hace mucho tiempo, existió un rey de nombre Balak. Él era el rey del
pueblo de Moab. En los diarios del pueblo comenzaron a publicar noticias sobre
el pueblo de Israel. Al rey Balak le empezó a dar un poco de miedo, él era un
rey muy miedoso. Tenía miedo de todo, miedo del agua, miedo a la oscuridad,
miedo de comer mucho y quedarse con la panza muy llena. Y tenía miedo del pueblo de Israel. Entonces,
el rey tuvo una idea: llamó a un hechicero (el hechicero es como un mago) para
que pronunciara unas palabras mágicas y que no dejara avanzar al pueblo de
Israel.
Primero lo
llamó a su celular:
(Balak) - Hola, hablo con Bilam?
(Bilam) – Sí, soy yo. Quién es?
(Balak) – Soy Balak, rey de Moab. ¿Por favor, podrías maldecir al pueblo de
Israel con tus poderes mágicos?
(Bilam) – No sé, necesito pensar. Tengo la agenda muy llena….Dejame
ver…bueno, está bien. Voy a ir, pero acá Dios me dice que vaya, pero que solo
puedo decir lo que Él me diga.
(Balak) – ¡Ah, que bueno! Nos encontramos mañana, a las 10 horas, en la
esquina de la montaña con el arbolito.
(Bilam) – ¡Dale, quedamos asi, ya lo tengo agendado!
Adulto
(relator): Al otro día, Bilam se despertó muy temprano porque estaba ansioso y
no podía dormir más. Tomó un rico desayuno, se lavó los dientes y salió. Como
en esa época no había autos, se subió a su burra y ella empezó a andar, y a andar,
y a andar. Hasta que, de repente, paró de golpe. Bilam casi se cae da la burra.
El no entendió lo que estaba pasando. Delante de la burra había un ángel, un
enviado de Dios, que solamente ella lo veía. Bilam no lo veía. Bilam se puso
muy nervioso porque se le estaba haciendo tarde y empezó a decir “Vamos, vamos”.
Entonces, agarró su bastón y le pegó tres veces a la burra. Y algo maravilloso ocurrió.
Los animales no hablan, pero la boca de esta burra se abrió, se dirigió a Bilam
y le dijo: “¿Pero qué haces? ¿Acaso no soy tu amiga y siempre te llevo sin
llegar tarde a cada lugar que tenemos que ir?”. Bilam sabía que la burra tenía
razón y se sintió muy avergonzado. En este momento, sus ojos se abrieron bien
grandes y pudo ver el ángel que no los dejaba pasar. Se bajó de la burra, le
pidió perdón y le dio mucho pastito y agua, prometiendo que nunca más la iba a
pegar.
Moraleja: Tenemos que confiar en los buenos amigos.